Por Berenice Gálvez
Fue inevitable al redactar este escrito el recuerdo de un paciente que hace algún tiempo me comentó que creía que los psicoterapeutas tenían algo así como un “recetario” elaborado y estructurado que se aplica de forma rígida siguiendo una serie de pasos para cada uno de los motivos por los cuales una persona acude a consulta.

De igual manera también recordé algo que escuché hace algunos años ya, y aún tengo presente: “la psicoterapia es el arte de hacer cambios”.
¿Dónde se encuentra el arte en la psicoterapia?
Como punto de partida, hay que considerar que el arte tiene la peculiaridad de ser una actividad que recrea a partir de nuestra naturaleza humana; las experiencias, emociones y estados mentales con una finalidad estética.
Adicionalmente, no puede olvidarse la complejidad y la particularidad de cada uno de nosotros como seres humanos, ya que ésta repercute para que cada una de nuestras vivencias sea experimentada de forma única y singular.
Y es que en la finalidad de obtener ese cambio en la terapia, el proceso y los resultados no dejan de ser una experiencia estética: en donde el terapeuta y el paciente ponen en marcha su creatividad, generando un abanico de posibilidades que se manifiestan en la actividad.
En consecuencia, las manifestaciones estéticas están presentes durante el proceso terapéutico.
Esto se puede notar, por ejemplo; en el uso del lenguaje, que a veces tiene tintes dramáticos e incluso poéticos en lo que el paciente expresa. Lo anterior también se observa en el relato verbal de un episodio significativo en la historia de vida; ya que en la descripción de la imagen, tal y como una obra pictórica pueden apreciarse los personajes que intervienen, la intensidad de la imagen (con colores tamaños y texturas), relatando la intensidad de emociones de los personajes involucrados en la escena. Algunas veces, éstas son escenas de bienestar y alegría, otras en cambio, son imágenes de dolor, de ira o de desolación.
Otras veces, se manifestan de forma gráfica pensamientos, emociones y experiencias vividas. Lo mismo ocurre con una pieza musical, que resulta a veces el mejor camino de expresión para quien no encuentra las palabras adecuadas.

Si bien es cierto que se disponen de métodos, habilidades y herramientas para orientar al paciente, la creatividad ocupa aquí un papel importante para encontrar dentro de los recursos disponibles los más significativos, por lo tanto; el arte como una experiencia humana resulta fundamental para favorecer la mejor elección.
En este sentido, al observar los cambios que suceden durante el proceso terapéutico; pueden apreciarse también las manifestaciones estéticas rodeadas de belleza cuando ocurren estas transformaciones.
Tal y como la contemplación de alguien que observa una manifestación artística, es una experiencia enriquecedora. ¿Cómo no disfrutar la lectura de un cuento producido para presentar la historia de vida? ¿O de quién puede representarse (como un objeto, un color, una textura o una sensación), y aún más allá, transformar esa imagen en algo totalmente diferente y nuevo?
Adicionalmente, también en ocasiones es posible observar las manifestaciones artísticas de quién a raíz de un cambio personal ha elegido una rama del arte como una nueva forma de expresión e incluso como un estilo de vida.
Es fundamental que la persona que participa en la terapia crea que el cambio es posible, creer es crear… y el arte es creación.
Berenice Gálvez